Historias

EEUU. De Sur a Norte

EEUU. De Sur a Norte

Desde New Orleans, atravesé el país casi por la mitad, de Sur a Norte. Pasé unos días por Nacogdoches, Texas,  a visitar amigos. Vic y Kay me hospedaron unos meses, hace doce años. Durante ese tiempo, trabajé en el aeropuerto local como instructor de vuelo. Tuve la posibilidad de vivir con ellos y nació una amistad que sigue hasta hoy. Sin siquiera conocerme, me dieron una habitación en su casa y me prestaron un auto. No conozco mucha gente así.

Con Vic

Con Vic

Antes vivían en la ciudad, ahora en una casa en medio del bosque. Con pista de aterrizaje propia. Sueño aeronáutico.

La visita duró poco, porque partían a las carreras en Louisiana. Seguí hacia Dallas a saludar a Lindsay (hija de Kay) y continué hasta New Mexico.

Lindsay y David Harrel

Lindsay y David Harrel

Texas es enorme. Tan grande que tiene dos climas y vegetaciones completamente diferentes. Al Este, es boscoso y húmedo. A medida que se avanza hacia el Oeste, se torna cada vez mas seco, hasta convertirse en desierto. Muy caluroso. Allá iba, otra vez, muriéndome de calor.

Entrando a New Mexico. Y cambiando la hora.

Entrando a New Mexico. Y  atrasando el reloj.

En esta parte de Estados Unidos hay muchísimos latinos. Algunos son primera generación, que cruzaron la frontera en busca de mejores oportunidades. Otros, son descendientes de exiliados, que terminaron allí después de pasar por Cuba y Mejico. Así me lo cuenta un señor, mientras desayuno en una estación de servicio. Cree que su abuelo era judío y por eso se vio obligado a huir de su país. Lo único que conservan son los apellidos, porque el idioma lo perdieron hace tiempo.

Los paisajes muy monótonos. Algo así como la Ruta 3 en la Patagonia. Esta vez, las autopistas son una buena opción. Así llegué, volando, a Taos Pueblo, en mi camino hacia las montañas. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, se conserva casi únicamente para los turistas. Son casas de adobe, que los indios Taos habitaron por más de 1000 años. Hoy, solo unas 15 familias viven en el pueblo. El resto de las construcciones están abandonadas, o se convirtieron en locales comerciales. Desde joyerías a restaurantes.

Las escaleras, que parecen ir a ningún lado, eran en realidad (antes de los españoles) el medio para ingresar, por el techo, a las casas. Como medida de seguridad.

Las escaleras ya no tienen sentido. Pero dan un toque pintoresco.

Las escaleras ya no tienen sentido. Pero dan un toque pintoresco.

En menos de una hora, estoy de vuelta en la ruta. Ya con rumbo a las montañas, en Colorado. Parte de la idea original, era recorrer las Rocky Mountains hacia el norte.

El primer día de campamento fue en un lugar soñado. Solo, a metros de un río, en medio del bosque. Todo lindo, hasta que ví el cartel que alertaba sobre osos. Y el tacho de basura, diseñado especialmente a prueba de estos. Ya me habían contado sobre que hacer, y que no, en caso de encontrarme alguno. Esto era diferente. El lugar, que tan perfecto parecía al principio, dejó de gustarme. Tanto, que esa noche no pude dormir. Es habitual escuchar todo tipo de animales a la noche, recorriendo los campamentos. Desde ardillas hasta mapaches. Todos son inofensivos. Casi todos. Será por mirar tantos documentales, que la noche se hizo larga. Al amanecer, ya tenía todo listo para continuar. Ni sueño, ni ganas de tomar mate.

Noche de luna llena

Noche de luna llena

Cada vez que puedo, trato de meterme en caminos secundarios o rurales. Muchas veces tengo que volver por donde avancé, y otras, encuentro una salida. Después de tanta autopista, tengo ganas de un poco de aventura. Me sugieren ¨Alpine Loop¨, desde Silverton hasta Ouray. Un paso alternativo entre las montañas. Ya extrañaba estos caminos. La moto va muy cargada y se complica demasiado. Igual, me encanta.

Por fin, llego a Aspen. Muy exclusiva villa de esquí, a pasar mi cumpleaños. Encuentro un lindo hostel y me instalo dos días.

Aprovecho el buen tiempo para recorrer Maroons Bells, a unos minutos del centro. Otra vez un cartel, sobre un sendero, alerta sobre incidentes con osos, dos días antes de mi llegada. Pero esta vez, estoy preparado. Compré un gas pimienta especial. Según las indicaciones del envase, hay más peligro de que me haga daño solo, de que espante a un oso enojado. Dura sólo 5 segundos, y tiene un alcance máximo de 9 metros, sin viento. Pero, si por cualquier razón, entra en contacto con mis ojos, puede causar daño irreversible.

Hay mucha gente compartiendo los mismos senderos, y mis probabilidades son buenas.

Maroon Bells

Maroon Bells. Festejando mi cumpleaños.

El segundo dia, llega un muchacho de la India. Viene con una Visa de trabajo por un año, que obtuvo luego de meses de trámites, para trabajar en un hotel. Que interesante es charlar con otro extranjero y que, siendo de un país tan lejano, en todo sentido, al mío, tengamos tantas coincidencias. Evidentemente, los temas comunes, son universales.

A la hora de partir, el dueño del hostel me sugiere un desvío en mi ruta (como si tuviera una). Me dice que no puedo dejar de conocer Moab, en Utah. Está a un día de viaje hacia el oeste. Otra vez desierto, pienso. Pero bueno, habrá que hacer caso a los que conocen.

Parto temprano. Dejo las montañas y, otra vez, me veo en medio de una autopista, en la monotonía del desierto.

Y si, las 8hs de manejo lo valen. Sigo en parte el curso del río Colorado, hasta el nacimiento del famoso cañón. Vale la pena, sobre todo porque no pienso llegar a su  Parque Nacional. Tal vez en otro momento.

Dentro de Arches National Park, hay mucho para recorrer. Los paisajes son muy parecidos al noroeste argentino. Me gusta.

El entusiasmo me gana, y me meto en un camino sobre la margen del río. De a poco, se va haciendo más y más angosto. Me doy cuenta, claro, pero sigo. Todo parece perfecto. Lo menos que puedo hacer, después de tantas horas de aburrimiento en la autopista, es avanzar un poquito más. Y otro, y otro poquito. Es tan angosto, que no podría dar la vuelta. Soy un tipo con suerte. En algún momento se va a ensanchar. Unos minutos más tarde, y lo encuentro. Reconozco cuando hago algo poco inteligente. Pero a veces no lo puedo evitar. Que la suerte no se termine…

Sendero sobre el río Colorado

Sendero sobre el río Colorado

Dejo Utah, tan rápido como llegué, y sigo a Wyoming, al norte. Primer parada, Gran Teton National Park, pegado, al sur de Yellowstone. Esta vez, extraño el calor. Y cómo lo extraño! Llueve y la temperatura no pasa los 3 grados. Busco un lugar para acampar. Bajo el agua, y la mirada de mis vecinos, armo la carpa y me duermo. A la mañana, me encuentro con la moto en el suelo. La lluvia creó una pequeña laguna bajo la moto, y el suelo cedió. Entre bronca y vergüenza, la levanto. En 10 minutos desaparezco del lugar.

Es lunes, y el pronóstico no es bueno hasta el jueves. Lluvia, nieve y mucho granizo.

Yellowstone fue el primer lugar en ser declarado Parque Nacional en el mundo. Es tan famoso, que se llena de gente. Y no sólo en temporada.

Encontrar un lugar para acampar es complicado. Desde las 8 de la mañana, se pueden ver autos, motos y casas rodantes, dando vueltas, esperando a que alguien se vaya y deje un lugar vacío. Dicen que al que madruga, Dios lo ayuda. Llego temprano y encuentro un buen lugar, en el segundo campamento. Nada mal. Me instalo, guardo la comida en el gabinete correspondiente (a prueba de osos, claro), y salgo a recorrer.

Caminos en perfecto estado, todos pavimentados. Carteles que indican absolutamente todo. Miles de géiseres (especie de laguna de agua termal). Animales al costado de los caminos, como posando para la foto. Parece perfectamente planificado. Miles de hectáreas, llenas de animales salvajes, y sin embargo, da la sensación de estar en un parque de diversiones. Allí donde nada podría salir mal. Un bisonte, enorme, pastando al costado de un estacionamiento. Una turista asiática, mayor, se acerca a dos metros para sacarle una foto. El animal la mira, inmutable. Un guardaparque le grita para que se aleje. Parece surreal. No es una maqueta. Así de buenos como parecen, estos, son la principal causa de muertes a los visitantes. Y yo me preocupaba por los osos…

Los bisontes, como dueños del lugar, caminan por todos lados.

Los bisontes, como dueños del lugar, caminan por todos lados.

Otro día de visita, y ya conozco bastante. Me cuentan que los animales más esquivos, como los lobos, son difíciles de ver desde la ruta, por la cantidad de trafico que hay durante toda la temporada. Esperaba algo un poco más salvaje. Pero bueno, imagino que eso lo encontraré en Alaska.

Hace más de tres días que no me baño. Y ya me incomoda. Encuentro un motel barato, y una ducha caliente.

Hacia el norte, atravesando Montana, el paisaje es bien campero. Mucha hacienda, y rollos de pasto, cubren los campos hasta donde se puede ver. Me llama la atención la cantidad de regadores. Algunos, de varios cientos de metros de ancho. Pienso, que bien le vendrían a los campos del sur.

Campos en Montana

Campos en Montana

Llego a Glacier National Park. Bien al norte. Junto a la frontera.

La ruta que lo atraviesa, llamada ¨Going to the sun¨ se supone una de las más lindas del país. De un total de 60 millas, solo están habilitadas para transitar las primeras 16. Una tormenta de nieve hace unos días la cubrió casi por completo.

Argentina le gana con un gol de Messi, a último momento, a Irán. Suficiente. A dos horas, me espera Canadá.

Al fondo, Canadá

Al fondo, Canadá

Ubicación en el Mapa

Comentarios a Esta Entrada
  1. SOURDOUGH JOE, GLENNALLEN, ALASKA 24/07/2014 Responder

    IT WAS A PLEASURE VISITING WITH YOU MARTIN!!! LET US HEAR WHERE YOU ARE NOW??

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